La iglesia, al igual que cualquier organización (en este mundo); deberá actualizar sus métodos de alcance con la finalidad de ser competitivos en un mundo cambiante.
Los cambios vertiginosos a los que hoy se enfrenta la iglesia, afectan de manera directa tanto la percepción de las nuevas generaciones respecto a la iglesia, como también su resultado o influencia sobre los mismos.
La iglesia deberá cambiar su presentación o aspecto con la finalidad de contextualizar con este mundo cambiante pero sin comprometer sus principios, siendo este aspecto el mas sensitivo o difícil de realizar.
A nuestra sociedad se le ha olvidado o tal vez nunca lo supo, que la iglesia es quien forma de manera directa los individuos con un mejor carácter y convicciones morales, y que son estos los que caminaran por las calles de nuestra ciudad, y que mientras la iglesia sea relegada al último plano; también el cultivo y cuidado de los valores morales de sus ciudadanos será fatídico. (Parte del escrito: Replanteamiento de la dirección y funcionamiento de la Iglesia.)